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10/09/2025 - 11:12 General
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“La causa principal del suicidio suele ser un sufrimiento emocional intenso que no se percibe como transitorio ni solucionable. En algunos casos, la persona no desea morir, sino dejar de sufrir”, explica Rafael Salom Borrás, psicólogo e investigador de la Clínica Nuestra Señora de La Paz, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. “Los datos por primera vez son esperanzadores, ya que en España las muertes por suicidio han registrado un ligero descenso en el año 2024 -en concreto, 3846 casos, un 6,6 por ciento menos con respecto a 2023-, pero preocupa especialmente el aumento de suicidios en personas mayores de 85 años”, añade el experto.

Cambio de tendencia y perfiles
Esta tendencia descendente llega tras varios años de aumento sostenido, especialmente desde 2019, lo cual resulta esperanzador. En opinión de Salom, este ligero descenso podría estar relacionado con el impulso de campañas de prevención, una mayor visibilidad del problema, más recursos de apoyo y una creciente concienciación social.

“Aun así –explica el psicólogo-, la cifra anual de muertes por suicidio sigue siendo desoladora y nos recuerda que el sufrimiento emocional continúa siendo una realidad profunda y extendida. La preocupación permanece, especialmente en ciertos grupos vulnerables, como los jóvenes, las personas mayores y quienes viven situaciones de aislamiento o exclusión. Recordemos que, detrás de cada una de esas cifras, hay una familia con mucho dolor, una ausencia que deja huella y un entorno que cambia por completo”.
Desde los testimonios vividos en la Clínica Nuestra Señora de La Paz, no existe un único perfil, pero sí hay experiencias que se repiten: personas con un sufrimiento profundo, que han vivido situaciones difíciles o que no han encontrado aún el apoyo que necesitan para sostener lo que sienten. Las personas mayores suelen reunir todos estos aspectos.

Rafael Salom observa cambios significativos en los perfiles de las personas en riesgo de suicidio. “Tradicionalmente se ha vinculado a personas jóvenes, pero vemos que las personas mayores de 85 años aproximadamente se encuentran en una etapa de la vida en la que han sufrido pérdidas importantes (como la pareja), hay un alejamiento de la familia, ven su salud deteriorada, una pérdida de autonomía…, lo que genera una sensación de que su vida no tiene ya lugar ni propósito en esta sociedad”.

La importancia del arraigo social
En estos casos es de gran importancia la figura del trabajador social. En la Clínica Nuestra Señora de La Paz, Nerea Sanz, nos explica la trascendencia de la dimensión comunitaria ante pacientes con algún trastorno mental o ideación suicida. “Para ellos es muy importante crear una red que les pueda sostener, así como un equipo de profesionales al que poder transmitir sus preocupaciones y dificultades”.

“Los recursos sociales, especialmente en aquellos casos en los que forman parte de un equipo multidisciplinar, están adquiriendo cada vez más importancia tanto en la intervención de la conducta como en la manera de prevenirla”. “Desde Trabajo Social, siempre en contacto y comunicación constantes con el resto de profesionales sanitarios (psiquiatra, psicólogo, enfermera…) –explica Sanz- se busca propiciar un espacio en el medio inmediato del paciente en el que pueda sostenerse y comunicarse, generar una red de atención tanto profesional como simplemente comunitaria, en la que la persona encuentre su lugar y pueda ver satisfecho el mayor número de necesidades, respetando todas las dimensiones con las que cuenta el individuo”.

Cómo superar una pérdida por suicidio
El impacto emocional que sufre una persona que pierde a un ser querido por suicidio es enorme. Como señala Rafael Salom, “no es sólo el dolor de la pérdida, sino también la culpa, el estigma, la necesidad casi desesperada de entender qué ha pasado… A lo que se suma una sensación de aislamiento al no encontrar espacios donde hablar abiertamente sin sentirse juzgado”.

Desde su experiencia profesional aconseja hablar, expresar lo que se siente sin miedo a ser malinterpretado o juzgado. “Muchas personas que han pasado por esto coinciden en que, cuando encuentran un lugar seguro donde compartir su dolor, ya sea con otras personas que han vivido lo mismo, con un terapeuta o simplemente con alguien que sabe escuchar, empiezan a respirar un poco mejor”, explica el profesional.

“No se trata de superar, sino de transformar esa culpa, de encontrar una manera de seguir adelante con la pérdida, pero sin que ésta lo destruya todo” añade el psicólogo.

La sociedad tiene un papel importante ante las personas que han sufrido una pérdida de este tipo. Es fundamental abrir espacios donde hablar de ello sin miedo, sin sentir que hay que esconder lo que ha sucedido.

“Acompañar desde la empatía y el reconocimiento sincero de ese dolor es una de las cosas más valiosas que podemos ofrecer”, aconseja Rafael Salom.