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28/11/2019 - 23:01 General
black friday, consumo, adicciones

El 29 de noviembre, último viernes de mes, es el denominado Black Friday. Un día de descuentos generalizados en todos los comercios y servicios. Ante fenómenos de este tipo, Jaime del Corral psiquiatra de la Clínica Nuestra Señora de La Paz, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, ofrece algunos consejos para evitar las compras innecesarias. “Para prevenir la aparición de este comportamiento, lo más aconsejable es adoptar la costumbre de planificar las compras con antelación. Si ya se ha creado la tendencia a las compras y están empezando a ser un problema, conviene abordarlas como se hace con las adicciones: alejarse de aquellos elementos que favorecen la secuencia adictiva, es decir, intentar que no se reproduzcan las circunstancias en las que habitualmente se han realizado las compras. También es útil establecer mecanismos de control externo (desde clausurar suscripciones hasta anular tarjetas de crédito) que limiten las posibilidades de comprar. En función de la magnitud del problema, se tomarán medidas más o menos intensas”.

El psiquiatra afirma que los perfiles de riesgo son similares a los de las adicciones y los trastornos del control de impulsos. “Las personas más vulnerables serán aquellas con altos niveles de estrés, estilos de afrontamiento inadecuados, impulsividad, bajo estado de ánimo, etc. Nuestra experiencia en la Unidad de Patología Dual nos muestra que las personas que presentan o han presentado adicciones (a drogas o al juego) tienen mayor predisposición a este problema”.

Un fenómeno con influencia individual y social

En su opinión, el fenómeno del Black Friday se debe entender desde una perspectiva compleja que tiene que ver con la psicología individual y social. Por un lado, las compras elevan la producción de endorfinas y dopamina, que estimulan el circuito de recompensa y activan la motivación. Según Del Corral, algunos estudios muestran que, al ofrecer a compradores un cupón de descuento, aumentan los niveles de oxitocina en el cerebro. “Ésta es un potente mediador del apego y la confianza, de modo que se crea una relación emocional con la web o la tienda que nos lo ofrece”. También generan sensación de poder o de consecución de metas, e incluso satisfacen otras tendencias como la ostentación o la compensación de complejos.

“A nivel de psicología de grupos, la existencia de una tendencia social extendida también favorece el comportamiento de comprar y, en ocasiones, se produce incluso una suerte de competencia entre personas al buscar la mejor oferta. Además, las agencias de publicidad manejan otros factores que generan sensación de apremio y urgencia, como son el hecho de que las ofertas sean recortadas en el tiempo y que sean limitadas en número, lo que produce percepción de escasez y la creencia de estar obteniendo algo difícil de conseguir”.

Las compras compulsivas no son una adicción

Las clasificaciones oficiales no consideran las compras como una adicción, sino que las encuadrarían dentro de los trastornos del control de impulsos. El experto asegura que aunque se han registrado alteraciones psicológicas y activaciones cerebrales que recuerdan a las de algunos trastornos adictivos, no alcanzan la intensidad ni la entidad para ser consideradas como tales.

“Es cierto que se dan grandes similitudes, como el deseo intenso, la pérdida de control, la repetición a pesar de las consecuencias negativas… De hecho, en la actualidad se está extendiendo el uso del término “adicciones conductuales” para referirse a estos hábitos que comparten algunas características con las adicciones”. Entre ellos se encuentran, además de las compras compulsivas, el uso de videojuegos, las redes sociales, la televisión, la comida, el sexo, el trabajo y otros, Pero, de momento, no hay evidencia científica para considerarlos más que malos hábitos. La única conducta pura (sin que medien drogas de abuso) que se considera una adicción es el juego patológico”.

Jaime del Corral es tajante al afirmar que se pueden evitar este tipo de compras. “Es cierto que si se desarrolla este hábito se reduce la capacidad para controlar las compras, y se produce malestar cuando no se hace, pero el grado de afectación de la voluntad no es tan alto como el que se observa en las adicciones a sustancias o al juego”.