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04/02/2019 - 08:49 General
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Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer el 4 de febrero, surgen muchas teoría sobre cómo enfrentarnos a esta enfermedad. Raquel Rivero, psicóloga de la clínica Nuestra Señora de La Paz, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, asegura que “no existe ninguna actitud que debamos tener o que sea la correcta pero, en general, es necesario no reprimir aquellas emociones negativas que sentimos. Lo que sí es importante saber es que adoptar una actitud de “aquí no pasa nada” o “superhéroe” puede ser muy perjudicial, porque esto solo nos llevará a agotarnos más y a reprimir aquello que sentimos. Esto no quiere decir que haya que recrearse en este tipo de emociones, sino intentar entenderlas, normalizarlas y expresarlas, sin negarlas”.

Sobre cómo trabajar nuestra mente la psicóloga destaca que lo esencial es “el concepto de adaptación”. “Generar emociones adaptativas contribuirá a hacer un afrontamiento adecuado de la situación, añade Rivero. El afrontamiento tiene que ver con la manera en la que enfrentamos la adversidad, por lo que, cualquier consejo va encaminado a realizar una buena gestión emocional para lograr una rápida adaptación a la situación y por tanto un afrontamiento positivo de la misma”.

El shock, la primera reacción

El impacto emocional que supone el diagnóstico de un cáncer es enorme. Es la enfermedad más temida y hasta hace relativamente pocos años se evitaba pronunciarla. Esto se debe, según Raquel Rivero, a que “la palabra cáncer, no va sola, lleva asociada un cúmulo de dudas, temores, miedos, vulnerabilidades, desconcierto, ruptura con la salud…, a lo que se suma el temor a la propia muerte, lo que hace que la percepción de esta enfermedad sea mucho más negativa que la de otras enfermedades cuya gravedad pueda ser similar”.

“Recibir la noticia del diagnóstico de un cáncer supone un gran impacto emocional, tanto para el paciente como para los familiares y allegados.  La primera reacción ante la palabra cáncer es lo que los psicólogos llamamos fase de “shock””. En esta fase es natural que se generen intensas emociones como el miedo, la angustia, la tristeza y también otras como la culpa o la vergüenza. Estas reacciones iniciales tras el diagnóstico, el llamado “shock”, aunque doloroso, tiene la función de proteger al organismo ante el dolor emocional que supone la pérdida de salud.

Avances también en Psicología

Los avances en el ámbito de la oncología son continuos. Las pruebas diagnósticas son más sencillas, menos invasivas y más precisas. Cada vez el tratamiento es más personalizado. Los tratamientos como la radioterapia reducen los efectos secundarios, en este sentido también se están desarrollando tratamientos como la inmunoterapia como sustitución a la quimioterapia.

Pero, como señala la psicóloga Raquel Rivero, “también se ha avanzado mucho a nivel humano, es decir, en el soporte emocional y acompañamiento de estos pacientes. Los equipos son multidisciplinares y, junto al médico y las enfermeras, cada vez son más los psicólogos que forman parte de las plantas de oncología, siendo un rotatorio de carácter troncal en el PIR (sistema de residencia para acceder a la especialidad de psicología clínica), por ejemplo”. “Esto implica que, a nivel psicológico, -añade- los tratamientos también son cada vez más precisos y personalizados, avanzando hacia un bienestar integral del paciente y de sus familiares, donde también está integrado como parte fundamental el cuidado emocional”.

Como adelanta Rivero, este cuidado emocional también es muy importante en el caso de la familia o el cuidador principal, ya que su importancia “es clave, en la medida en la que acompañan al enfermo ayudándole a normalizar todos los aspectos de su vida que se han visto trastocados”. “Pero para ellos la noticia también supone un fuerte impacto emocional en todos los sentidos”, explic.

El cuidador es fundamental en la parte “logística” o de acompañamiento físico, pero también en el acompañamiento emocional “adoptando una actitud de escucha y apoyo sin caer en la sobreprotección, algo que a veces es muy complejo porque en frecuentes ocasiones, el malestar emocional y el miedo de los familiares es superior al de los pacientes”.

La importancia de pedir ayuda

Por todo esto, la psicóloga advierte que “ser el cuidador es una tarea difícil y supone un gran desgaste, por eso hay que estar muy atento y cuidar también de uno mismo”. Es necesario descansar, dormir bien, alimentarse correctamente, realizar ejercicio físico… “pero también encontrar tiempo para mantener las aficiones y el ocio, y para el cuidado de la parte emocional, encontrar tiempo para uno mismo, y encontrar un espacio para expresar lo que se siente y lo que se piensa, sin reprimir las emociones negativas”.

El principal consejo de la doctora tanto para el enfermo de cáncer como para su cuidador es “pedir ayuda y no tener miedo a ello”. “La incertidumbre y la inseguridad van a estar presentes durante muchos meses y el proceso de aceptación de la enfermedad va a ser largo, y se van a sufrir muchos picos y fluctuaciones en el ánimo por lo que hay que estar muy atento al propio malestar y atreverse a pedir ayuda si se requiriese”.