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17/11/2016 - 08:17 General
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“A pesar de las múltiples especulaciones y estudios, no se ha establecido una personalidad concreta que lleve al alcoholismo, aunque la vulnerabilidad de la persona y su situación de exclusión social son factores que favorecen el desarrollo de esta adicción”. Esta afirmación la ha puesto de manifiesto Álvaro Pico, coordinador médico de la Clínica Nuestra Señora de La Paz de la Orden de San Juan de Dios con motivo del Día Internacional sin alcohol celebrado el 15 de noviembre, fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para fomentar la responsabilidad de las personas, sobre todo de los jóvenes, para controlar el consumo de alcohol.

Según señala Pedro Martínez, psiquiatra responsable de la Unidad de Alcohol Ambulatoria, “La edad de inicio del consumo es la más precoz de todas las sustancias 16.7, excepto el tabaco 16.4”. Con más de 60 años de experiencia en el tratamiento de adicciones de todo tipo, entre ellas el alcohol, “desde la Clínica Nuestra Señora de la Paz hemos podido observar (y está demostrado científicamente) que cuanto menor es la edad de inicio en la toma de sustancias, mayor es el riesgo de desarrollo de una dependencia a la misma”.

Ambos expertos coinciden en señalar que desde la adolescencia, la prevalencia del trastorno por uso de alcohol, tiende a aumentar en ambos sexos, hasta el grupo de los 55-64 años, que es cuando alcanza mayores prevalencias. El trastorno por uso de alcohol es un 33 por ciento mayor en varones que en mujeres en prácticamente todos los grupos de edad.

“Uno de los grandes pilares de la Clínica Nuestra Señora de La Paz –destaca Álvaro Pico- es su gran conocimiento de la patología dual (coexistencia de trastorno mental y dependencia de sustancias), algo en lo que destaca a nivel nacional”. Esta experiencia “nos permite afirmar, en el caso del alcoholismo, que uno de los factores de vulnerabilidad más ampliamente contrastados es la existencia de un trastorno mental previo”. “Aunque –añade- también influyen factores genético-hereditarios y psicosociales”.

De acuerdo con Pedro Martínez, “el trastorno por uso de alcohol, afecta trasversalmente a todas las áreas del individuo: deterioro psicofísico (hepatopatía, deterioro cognitivo, enfermedades cardiovasculares…), desarrollo de problemas neuropsiquiátricos, trastornos afectivos, cognitivos, suicidio…, erosión de funcionamiento sociolaboral y familiar, hasta en último término situaciones de exclusión social (pérdida de empleo, vivienda, soporte sociofamiliar…)”.

Por este motivo, esta adicción requiere de “un abordaje multidisciplinar, así como la combinación de estrategias de intervención tanto psicofarmacológicas, como psicoeducativas y psicoterapéuticas”, destaca Martínez. Asimismo, ambos especialistas aconsejan un tratamiento en varias fases, siendo la inicial (desintoxicación) la que requiere un abordaje y un control médico más intensivo (por los riesgos potencialmente fatales de las complicaciones derivadas de la abstinencia). La segunda fase, de deshabituación, implica un mayor énfasis en el abordaje psicoterapéutico, habiendo demostrado su efectividad la combinación del tratamiento individualizado junto al grupal, en el aumento de la motivación al cambio y el mantenimiento de la abstinencia.

“Puede resultar de utilidad el uso de fármacos interdictores (grupo de sustancias que impiden la metabolización del alcohol), que dan lugar a la aparición de un reacción intensamente desagradable (de ahí el efecto aversivo) en caso de consumo”, añaden los profesionales.

Nueva tendencia: Binge drinking

Según los últimos datos de la Dirección General de Salud Pública de la Comunidad de Madrid (Estudio ESTUDES 2014), el 74,1 por ciento de los jóvenes entre 15 y 18 años ha consumido bebidas alcohólicas alguna vez en su vida (el 79 por ciento en España) y el 61,5 por ciento en el último mes (el 68,2 por ciento en nuestro país).

El responsable de la Unidad de Alcohol de la Clínica, alerta de que, además del conocido patrón de consumo diario “se está desarrollando un uso de alcohol más asociado al patrón anglosajón, intermitente-explosivo (Binge drinking)”. Consiste en el consumo de 5 o más vasos de alcohol en un intervalo de dos horas, aproximadamente. Esta tendencia la presentan los hombres (20.8 reconocen un consumo de este tipo en los últimos 30 días) el doble que las mujeres.

Para Elvira Conde, gerente de la clínica “la prolongada experiencia de Nuestra Señora de La Paz tanto en pacientes en fase de desintoxicación, como en pacientes con diagnóstico dual, nos ha facilitado desarrollar un programa terapéutico muy completo caracterizado por ser intensivo, multidisciplinar, secuencial y siempre en coordinación con otros dispositivos. Todo ello con contrastada eficacia, en la que la humanización, tener a nuestro paciente como eje del sistema y nuestra razón de ser -filosofía característica de la Orden de San Juan de Dios-, ha permitido la obtención de unos resultados excelentes”.