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29/02/2012 - 08:14 General

Las habitaciones del Área de Psicogeriatría del Centro Asistencial de Málaga se encuentran ilustradas con unos amplios murales de fotografías y textos –fotobiografía- donde se relata y se realzan no sólo los lazos familiares, sino aquellos acontecimientos más relevantes que han marcado la vida de cada residente.

Se trata de un recurso terapéutico que se utiliza en el centro con la intención de restituir la identidad de cada persona.

Lo habitual en una residencia de psicogeriátrica es que predominen los residentes con grave deterioro en el ámbito bio-psico-social, por lo que se apostó por transformar los espacios anónimos en lugares significativos. Para poder completar este trabajo ha sido necesario contar con la colaboración de las familias, que han aportado gran parte del material fotográfico y en ocasiones, también ha sido la familia quien completa el relato de las vivencias de cada residente, en los casos en que ellos mismos no hayan podido hacerlo por sus limitaciones actuales.

En el momento actual, la mayoría de las habitaciones disponen de un mural de vida en el que no sólo aparecen fotografías ampliadas de cada residentes y de los acontecimientos importantes de sus vidas, personas significativas..., sino también algunos datos explicativos de su biografía (no de la enfermedad), sus aficiones, habilidades, preferencias en el trato que reciben, consejos para los cuidadores directos, e incluso un CD con su música favorita. Todo esto permite mantener siempre en primer plano a la persona que tiene la enfermedad y que no debería perder ese protagonismo aunque los síntomas le acompañen y sean la razón de su ingreso en el centro. 

Esta forma de intervención, según explica la psicóloga del área María Dolores Podadera, tiene varios objetivos tanto para los residentes como para los cuidadores directos.

La personalización de habitaciones es un buen instrumento de reminiscencia, también incide sobre la autoestima de cada enfermo, ofrece mayor confort al permitirle estar rodeado de “sus cosas” y facilita la expresión y el contacto afectivo. También esta alternativa terapéutica tiene el objetivo de restituir la identidad de cada paciente como persona, facilitarle el recuerdo de su protagonismo en la vida, lo cual les es gratificante y mejora su estado de alerta ante el entorno y las personas que le rodean; además de ayudar a que sus habitaciones se conviertan en un espacio más individual, cálido y lleno de significado.

En cuanto a los profesionales, los murales de vida les permiten aproximarse al usuario desde una perspectiva más humana, al conocer más ampliamente a la persona que es, que ha sido y que seguirá siendo, a pesar del grado de dependencia o enfermedad actual.

También el mural puede ayudar a los cuidadores mientras los asisten a conversar sobre los temas significativos para cada residente, además, este conocimiento tan pormenorizado de cada uno ayuda a entender sus reacciones actuales y genera una mayor empatía con los enfermos que son objeto de sus cuidados, porque les facilita ponerse en su lugar sin olvidarse de que antes que la enfermedad está la persona.

Para las familias también es una forma de recordar a su familiar sano y facilitar que las visitas sean más afectivas y de menos confrontación, ya que no giran sólo en torno a las pérdidas (enfermedad actual o discapacidad), sino a una etapa previa donde los recuerdos suelen ser más gratificantes.

En el caso de los residentes que conservan mayores capacidades de comunicación y memoria, se le facilita una personalización a través de los cuadros que ellos elijen. A muchos les encanta  “presumir” de sus fotografías invitando a los demás a que visiten su habitación (como su casa) donde evocan recuerdos, presentan a sus familiares, muestran su pueblo, etc.

Esta idea surge en el año 2007, en principio fue dirigida a los pacientes que hacían un estilo de vida  cama-sillón porque esta circunstancia les limitaba la posibilidad de beneficiarse de alternativas terapéuticas grupales, pero en los años siguientes se ha ido ampliando a la mayoría de los residentes porque se han valorado sus beneficios, hasta convertirse en un objetivo general que afecta a todos los residentes del Área de Psicogeriatría. Actualmente esta actividad está incluida en los planes terapéuticos de todos los residentes de la unidad, completando así otros abordajes terapéuticos.

Los profesionales del Área se plantean la calidad de los cuidados como sinónimo de calidez y consideran que, además de los cuidados imprescindibles que se ofrecen a los enfermos, les deben hacer sentir acompañados, comprendidos, que interesan a los demás, que tienen identidad como personas (y no como enfermos) y que son aceptados. En definitiva, los profesionales no sólo tienen el objetivo de ofrecer seguridad clínica, sino también seguridad emocional, y, consideran que esta forma de aportar calidez a la estancia de los residentes, a través de los murales de vida, humaniza su asistencia y propicia mayor confort e intercambio de afectos.