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25/11/2018 - 22:24 General
psiquiatría, violencia, género

“Alrededor de 8-9 mujeres con adicciones, de cada 10, afirma haber sido víctima de violencia”, según informa Jaime del Corral, psiquiatra especialista en adicciones de la Clínica Nuestra Señora de La Paz de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, en Madrid. Desde su experiencia, asegura que “en torno al mundo de las drogas se genera una buena parte de la violencia y la discriminación contra las mujeres. Además, las mujeres víctimas de violencia tienen un riesgo aumentado de consumo de alcohol y de drogas. En definitiva, el consumo de sustancias es un elemento que actúa como causa y consecuencia en la violencia de género”.

En cifras, Del Corral habla de que “hasta el 50 por ciento de las mujeres que han sido víctimas de violencia refieren presencia de alcohol o drogas en el momento de la agresión. Además, el consumo está ligado a agresiones más graves y a falta de respuesta por parte de las víctimas”.

Algunas de las causas de que esto suceda son similares a las de la violencia contra las mujeres a nivel general (la ideología machista, la discriminación, la desventaja social…), pero “en la adicción existe una mayor vulnerabilidad (física y psicológica), un entorno de exclusión y una mayor agresividad en el ambiente deteriorado en que se suelen encontrar. Este ambiente incrementa la frecuencia y la severidad de las agresiones que sufren las adictas”, asegura el profesional.

En las mujeres adictas se dan todos los tipos de violencia: física, psicológica, discriminación de género, económica, agresiones sexuales, rechazo social… pero estas agresiones tienen una dificultad añadida, y es que “son con más frecuencia silenciadas u olvidadas por la situación de estas mujeres”.

Perfil

Al igual que en otras de las situaciones de violencia de género, establecer un perfil sería probablemente engañoso y perjudicial, porque se trata de un problema transversal. Además, las diferencias y los estereotipos de género están cambiando y se van diluyendo. Así, en el pasado las mujeres consumidoras de sustancias solían proceder en su mayoría de situaciones de precariedad social y/o enfermedad mental grave, mientras que, cada vez más, las variables sociodemográficas de mujeres adictas se parecen cada vez más a los de la sociedad en su conjunto.

“El perfil de consumo en mujeres se parece cada día más al de los hombres, tanto en el tipo de droga como en la forma de usarla. Sin embargo, todavía existen diferencias, y las mujeres tienden más al consumo de drogas legales, esto es, alcohol y fármacos, que los hombres. Es algo más común en el género femenino un hábito de consumo continuado, silencioso y en pequeñas dosis”.

Con respecto a las adicciones conductuales, también hay diferencias; parece existir una mayor incidencia de uso de redes sociales y de compras en mujeres, y de apuestas y adicción al sexo en hombres.

Abordaje

Existen numerosas iniciativas relacionadas con este problema y la mayoría de los programas y entidades dedicados al tratamiento de adicciones dedican recursos específicos a la atención a las mujeres. Nuestra red asistencial provee plazas y vías de tratamiento dedicadas a mujeres vulnerables, “sin embargo, es bien sabido que el acceso a estos recursos de tratamiento se ve fuertemente limitado por el hecho de que sus cargas familiares (hijos, mayores, etc…) les frenan a la hora de llevar a cabo tratamientos que están concebidos en muchas ocasiones para hombres o personas que pueden salir de su entorno durante semanas o meses. Ésta es una realidad -lamenta Del Corral- que preocupa mucho a quienes gestionan la atención a mujeres con adicciones”.

Para el profesional de la Clínica Nuestra Señora de La Paz, el abordaje de este problema requiere de tres elementos. Lo primero en lo que hay que trabajar es en la desnaturalización y visibilización del problema tanto a nivel de los profesionales como  en el de medios de comunicación social. “Al igual que en otras problemáticas similares, el desconocimiento o la banalización son el primer obstáculo para intervenir”.

Lo segundo, en la detección  de los casos y la comprensión del problema en sus múltiples dimensiones (social, psicológica, cultural, etc.). Finalmente, se deberán tomar medidas eficaces que atiendan globalmente los casos. Así, las redes de atención de adicciones disponen desde hace tiempo de planes específicos que incluyen apoyo psicológico, residencial, asesoría legal, programas de reinserción, etc…

Lo que sí es claro es que en lo relacionado con violencia en las mujeres adictas las drogas “no sólo es cierto que hay más, sino que desgraciadamente es la norma” concluye Jaime del Corral.